CONOZCO TU SECRETO


Papá,
Conozco tu secreto.
No todos los héroes llevan capa. Algunos, simplemente, hacen mejores tus días con una sola sonrisa. Los verdaderos héroes están tanto en lo bueno como en lo malo, sobre todo en lo malo. Y, aunque no pueden volar, si estás en peligro, en cero coma están a tu lado. Bien para ponerte una tirita en ese rasguño en la rodilla o secar tus lágrimas en los peores días.
Ellos no llevan armadura pero te protegerían con su vida si fuese necesario. Guardan secretos, aventuras, te enseñan la parte bonita de la vida y te muestran el mundo a través de sus ojos.
Te dan una parte de ellos, te guían para afrontar la vida y para que, el día que ellos no estén, tengas los suficientes consejos, las suficientes fuerzas y el suficiente valor para seguir adelante.
Y no, estos héroes no son como los que salen en las películas. Son reales, de carne y hueso, como tú y como yo (aunque eso ya lo sabes). Sienten, padecen, pero tienen el poder de seguir adelante y protegerte contra viento y marea.
Son imperfectos, pues la perfección es aburrida e incluso Superman era vulnerable a la Kriptonita. Tienen un montón de defectos y, a veces, se equivocan pero nunca se rinden, ni en las batallas perdidas.
Tienen más paciencia que un santo, desde aquí al infinito y más allá. Arreglan todo. Y cuando digo todo es todo, todo, todo. Porque son taxista de oficio, aunque no tengan el título. Y sobre todo, te consienten a pesar de su famoso: "Yo a tu edad lo tenía más difícil".
Ahuyentan a todos los monstruos, tanto a los que se hacen pasar por personas como los que asegurabas que estaban debajo de tu cama. Te dan todo sin pedir nada a cambio y nunca dejan que te rindas. Son únicos en su especie y no son capaces de estar enfadados contigo más de un día (aunque se hagan los remolones).
Y te aseguro, papá, que cada día que pasa entiendo mejor a uno de ellos.
Te enseñan que todo problema tiene solución y tienen el poder de quedarse despiertos toda la noche y hacerse los dormidos cuando te oyen llegar a casa.
Son carpinteros, albañiles, jardineros, médicos, electricistas y, además, el mío hace la mejor tortilla de patatas de todo el reino. Porque, obviamente, yo soy su pequeña princesa y eso lo tengo muy claro por mucho que pasen los años.
Sus besos son los mejores, aunque a veces pinchen. Ellos te enseñan que quizás no sea fácil pero que seguramente valga la pena. Son guapos, se intentan hacer los modernos, cariñosos (aunque se hagan los duros) y, a ratos, un pelín gruñones, pero valen su peso en oro. Y no es un verdadero héroe si nunca te ha dicho: "Te lo dije" (Y todos los que te quedan por decirme)
Te enseñan a volar como ellos porque una vez ya lo hicieron. Te enseñan a soñar, pero no a que sueñes su sueño. Te enseñan a vivir, pero no vivirás su vida. Sin embargo, en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, siempre perdurará su huella del camino enseñado. Y si alguna vez necesitas una mano, ellos te dan tres.
Visten como la gente normal, caminan entre nosotros como si tal cosa. Pero lo que el mundo no sabe, es que tienen un corazón que no les cabe en el pecho, un alma pura y una personalidad tan fuerte y, a la vez, tan dulce que cómo no van a ser héroes, pues es imposible que algo tan bueno y necesario sea de este mundo.
Y yo tengo la suerte de tener al mejor de todos. De tenerte a ti. Mi héroe. Y que sepas que ningún Superman, Batman o Spiderman podrá igualarte nunca.
Esto se acaba, papá, pero que no se acaben nunca tus superpoderes conmigo.
Te quiero, papá.
P.D.: Tú secreto está a salvo conmigo.


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